Manifiesto del Espacio Feminista de USTEA
“ES GENOCIDIO. SER MUJER DOBLE TORTURA”

Las violencias machistas se ejercen de diversas formas, la guerra en cualquier lugar del mundo es una manifestación de estas violencias, supone un arma letal contra las mujeres. En los conflictos armados las mujeres, a pesar de formar parte de la población civil, sufren situaciones de tortura, ataques indiscriminados, secuestros, detenciones, violencia sexual, desplazamiento o reclutamiento forzado. Además, son ellas las encargadas de la alimentación de sus familias y del cuidado de la infancia y de las personas mayores, mientras hacen frente a la destrucción del hogar, el miedo, la pobreza y la hambruna. Luchan por la supervivencia con la esperanza de un futuro en paz que no llega.
Además de Palestina, recordamos que, en territorios como la República Democrática del Congo, Sudán y Sudán del Sur, miles de mujeres sufren desplazamientos forzados, violencia sexual como arma de guerra y explotación. En Afganistán se les niegan derechos básicos como la educación y el trabajo, mientras que en Haití viven entre la pobreza extrema y la violencia de las bandas armadas. Las mujeres rohingya en Myanmar padecen persecución étnico-religiosa, torturas y desprotección total, y en Yemen son quienes cargan con la hambruna, las enfermedades y la destrucción sanitaria, enfrentando matrimonios forzados, trata y explotación para sobrevivir.
Tampoco podemos olvidar a las mujeres ucranianas, sometidas al desplazamiento, la separación familiar y abusos en zonas ocupadas, convertidas en refugiadas en países que no siempre garantizan seguridad. En Irán, muchas arriesgan su libertad, e incluso su vida, por defender derechos fundamentales, sufriendo encarcelamientos, torturas y agresiones. Todas ellas comparten una realidad común: sus cuerpos son utilizados como herramienta de control, su dignidad es vulnerada y su supervivencia está condicionada por un sistema patriarcal global que actúa más allá de fronteras, banderas e ideologías
Vivimos en una lucha constante de supervivencia en un mundo dirigido por los hombres que movidos por la avaricia y el odio nos llevan a las guerras. Conflictos bélicos que, unidos a nuestras luchas personales, se convierten en dobles batallas. Las denuncias de las violencias sufridas por parte de mujeres inmersas en una guerra son una utopía, la supervivencia les mueve más que sus sufridos abusos psicológicos, físicos o sexuales.
ONU MUJERES ha alertado de que 676 millones de mujeres y niñas estaban expuestas a conflictos armados en 2024, la cifra más alta desde la década de los 1990. Entre las mujeres asesinadas siete de cada diez perdieron la vida en Gaza en 2025.
Las mujeres son las que están reflejando la guerra incrustada en sus rostros y en sus cuerpos.
Las muertes de mujeres por asesinatos machistas no dejan de ser un campo de batalla en países en los que no existe conflicto bélico. En el Estado español a 18 de noviembre de 2025 teníamos registrados 79 feminicidios y asesinatos.
Un asunto es claro y de urgencia, las medidas contra las violencias machistas no son suficientes. El avance de las leyes, la educación en igualdad de género y la atención a las víctimas no alcanzan sus fines, principalmente por falta de inversión económica y de personal. Los gobiernos promulgan leyes vacías de un presupuesto económico suficiente para ejecutarlas.
La educación en igualdad desde edades tempranas y la transformación social hacia una sociedad más justa e igualitaria, alejada de ideologías machistas, son la clave para la erradicación de esta lacra. Lamentablemente, las medidas adoptadas por las administraciones públicas en este sentido no están cambiando de manera efectiva la sociedad ni su comportamiento hacia las mujeres.
Desde USTEA seguimos denunciando las diversas formas en las que se manifiestan las violencias machistas, que en su expresión más drástica acaban diariamente con la vida de muchas mujeres. Este año queremos poner de relieve la situación que viven las mujeres palestinas que sufren la barbarie de la guerra en sus casas, en sus cuerpos y en sus familias; sin dejar de denunciar las muertes y violencias sistemáticas que día a día sufren todas las mujeres de todas las partes del mundo.
Desearíamos que los 25N desaparecieran de nuestros calendarios tal como los sentimos en la actualidad, que fueran días festivos en los que pudiéramos reír y alegrarnos de un día más en nuestras vidas, pero hasta que no haya “ni una más” asesinada en este mundo en manos de un agresor, esto no ocurrirá.
Andalucía, 25 de noviembre de 2025

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