15 de octubre. Día Mundial de la Mujeres Rurales.

El feminismo como pilar fundamental para repoblar el mundo rural

En esta jornada, desde el Espacio Feminista de USTEA y la Organización de Mujeres de la Confederación Intersindical, queremos destacar el papel esencial de las mujeres en el ámbito rural y el impacto que el feminismo puede tener en la revitalización de estos territorios. Las mujeres representamos una fuerza laboral vital en la agricultura, superando el 40% en países desarrollados y alcanzando hasta el 50% en regiones de África y Asia, según la ONU.

Sin embargo, pese a nuestra labor en el campo, las mujeres enfrentamos una profunda desigualdad en la posesión de la tierra. En muchos lugares, no contamos con derechos de propiedad que nos permitan asegurar nuestra posición en el medio rural, a pesar de que somos las principales responsables de la producción de alimentos. Esta situación limita nuestras oportunidades y nos coloca en una situación de vulnerabilidad.

En nuestro país, vivir en el medio rural supone un desafío constante. Nos encontramos en la primera línea de la protección medioambiental y en la lucha por mantener la población en nuestras comunidades. Es necesario reconocer que la labor de las mujeres es fundamental para sostener y revitalizar el tejido social y económico de la ‘España vaciada’.

Por ello, desde nuestra organización exigimos a los poderes públicos y a las instituciones políticas una intervención urgente y decisiva que ponga fin a esta desigualdad. Es imperativo desarrollar una estrategia de repoblación que incorpore una perspectiva feminista, promoviendo la igualdad real y efectiva en todos los ámbitos de la vida rural. Creemos que, aunque el machismo está presente tanto en áreas urbanas como rurales, en el medio rural se puede encontrar la oportunidad de construir una sociedad más justa e igualitaria, cimentada en valores de cooperación y respeto. Una sociedad en la que la educación pública rural promueva la coeducación y la igualdad desde la infancia.

Este proceso de repoblación no debe ser visto como una amenaza, sino como una oportunidad única para desarrollar un modelo de sociedad innovador, sostenible y justo. Sin embargo, no podemos limitarnos a enfoques aislados en educación y cultura. Es necesario que los gobiernos de todos los niveles —locales, autonómicos, nacionales y europeos— implementen políticas de cohesión territorial que mejoren las infraestructuras y la conectividad en el medio rural. La construcción de autovías, la extensión del tren de alta velocidad y la proximidad a aeropuertos son elementos esenciales para garantizar la conexión de estas zonas con el resto del país.

A la par, es urgente acabar con las “zonas de sombra” en la cobertura digital. La conectividad, tanto física como digital, es clave para garantizar la igualdad de oportunidades en el mundo rural. Así, el feminismo se convierte en un motor crucial para la revitalización de estos territorios.

Y por supuesto, desde un sindicato como la USTEA y la Confederación Intersindical, no podemos dejar de exigir que se ponga fin a los recortes en los servicios públicos esenciales, tales como la dependencia, la sanidad y la educación. Estos recortes afectan profundamente a las zonas rurales, que ya de por sí enfrentan limitaciones en el acceso a estos servicios básicos. En muchas ocasiones, da la impresión de que las administraciones suponen que los recortes en áreas rurales tienen un menor impacto, o que los derechos de las personas que allí viven pueden ser ignorados sin consecuencias graves. Sin embargo, la realidad es muy distinta.

Cuando se reduce la inversión en servicios de dependencia, muchas familias en zonas rurales pierden el apoyo necesario para cuidar a sus mayores o a personas con necesidades especiales. Esto incrementa la carga sobre las mujeres, quienes, debido a la falta de recursos, se ven forzadas a asumir un rol de cuidadoras en condiciones de gran sacrificio y sin apenas apoyo institucional. Lo mismo sucede con los recortes en sanidad: cuando se cierran centros de salud, se reducen las horas de atención médica o se suprimen servicios, las personas que viven en el ámbito rural deben recorrer largas distancias para acceder a tratamientos médicos básicos, lo que no solo es un inconveniente, sino un riesgo directo para su bienestar y calidad de vida.

En cuanto a la educación, los recortes suponen menos recursos para las escuelas rurales, que supone una reducción del personal docente o incluso cerrar centros. Esto pone en peligro el derecho a una educación pública y de calidad para las niñas y niños que viven en estas zonas, limitando sus oportunidades y contribuyendo a la despoblación de nuestros pueblos. Sin una educación adecuada, las nuevas generaciones no tienen un futuro garantizado en sus lugares de origen, lo que los empuja a buscar oportunidades en las ciudades y contribuye al círculo vicioso de despoblación y abandono.

Los recortes en servicios públicos en las zonas rurales son, en última instancia, un acto de discriminación territorial que afecta de forma desproporcionada a quienes ya viven en una situación de desventaja. Por ello, exigimos que las administraciones asuman su responsabilidad de proteger y fortalecer los servicios públicos en todas las áreas, asegurando igualdad de derechos para quienes eligen vivir en el medio rural y contribuyen al mantenimiento de nuestros pueblos, culturas y territorios. Las áreas rurales merecen el mismo nivel de inversión y atención que las áreas urbanas, y es nuestro deber como sindicato demandar que así sea.

Nunca habrá una repoblación del mundo rural, sin una revolución.

Nunca habrá una revolución sin el movimiento feminista.

15 de octubre de 2024

Espacio Feminista de USTEA
Organización de Mujeres de la Confederación Intersindical

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